Ya ha pasado un tiempete desde la despedida oficial al miquete; a pesar de que la casa ya no es un campo de minas, de no encontrar ropa interior mordisqueada por las esquinas o de respirar hiperactividad cachorril, se le echa mucho en falta. Belleza exterior aparte, Chancla (que "eligió" él mismo su nombre dado su fetichismo a las chanclas, a las que prefiere por encima de cualquier juguete u objeto y que, cuando era más canijo, hasta usaba de colchón) es un perrete adorable, curioso, con carácter y mimosón. ¡Ay, el Chancla etnosureño!
Lille le ha ayudado a socializarse (que venía muy asalvajao) y Groucho, bueno... digamos que logró acostumbrarse a su presencia.
Y nada, entrada guiño al perrillo chanclero. Final feliz y hogar inmejorable para el peque, que ya anda por casas definitivas y camperas.
¡ETNOSUR!
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