El camino era tan estrecho que se hacía difícil caminar erguido sin caer. Los hombros, conocedores de la situación, procuraban evitar movimientos bruscos y la espalda se erigía desafiante, consciente de su firme liderazgo, en equilibrio entre la rectitud y la curva. Los miembros superiores miraban con desprecio el mecánico trabajo de aquellos que servían de puente con el suelo y la roca. Vanagloriándose de su posición privilegiada de sostén, el tronco, la espalda, los hombros, carismáticos ejes y mástiles de un cuerpo curtido en la exigencia y el dolor, soportaban el escaso y levemente tirante peso de la mochila, mientras un río de sangre edulcorado de narcisismo recorría sus entrañas de pilares orgullosos.
Abajo, separados por un abismo ideológico pero físicamente irreal, músculos y huesos luchaban enérgicos como titanes. Amortiguaban presiones y golpes, suavizando las durezas del camino; su esfuerzo traía progreso. Su trabajo, mileurista y fácilmente menospreciado, se basa en la constancia y en la superación, mientras que los de arriba, en despachos acristalados, contemplan el paisaje: vistas panorámicas y engañosamente imperecederas de éxito y poderío, salpicadas de pinos, peregrinos y eucaliptos. De vez en cuando alguna grata conversación distrae la mente del caminante, dejando a solas a los grupos rivales. Es entonces cuando la triada de los privilegios corre a meter dedos en los ojos de unas piernas y rodillas machacadas por la frenética jornada laboral. Éstos se defienden, no se dejan aplastar por los abusones corpóreos y sacrifican sus últimas barras de energía en una lucha, encarnizada, que poco se aleja de las peleas en el patio del colegio. Es una batalla pérdida: hombros, tronco y espalda ganan con facilidad, aprovechándose del cansancio acumulado de sus contrarios, desgastados por horas de camino ininterrumpido. Frente a la victoria injusta, peronés, tibias y rótulas se plantan, hasta ahí se ha llegado. Sin ellos la institución no avanza, se para en seco. Los vencedores, que segundos antes se pavoneaban a carcajada y chulería limpia, reclaman entonces su derecho a continuar andando, tachando a los obreros de vagos y sinvergüenzas, entre otras y no variadas lindezas. Entonces, el peregrino cae rendido sobre una roca, mientras unas manos amigas recompensan el trabajo de los que realmente lo merecen con un poco de reflex, tranquilidad y un enorme bocata de chorizo.
Abajo, separados por un abismo ideológico pero físicamente irreal, músculos y huesos luchaban enérgicos como titanes. Amortiguaban presiones y golpes, suavizando las durezas del camino; su esfuerzo traía progreso. Su trabajo, mileurista y fácilmente menospreciado, se basa en la constancia y en la superación, mientras que los de arriba, en despachos acristalados, contemplan el paisaje: vistas panorámicas y engañosamente imperecederas de éxito y poderío, salpicadas de pinos, peregrinos y eucaliptos. De vez en cuando alguna grata conversación distrae la mente del caminante, dejando a solas a los grupos rivales. Es entonces cuando la triada de los privilegios corre a meter dedos en los ojos de unas piernas y rodillas machacadas por la frenética jornada laboral. Éstos se defienden, no se dejan aplastar por los abusones corpóreos y sacrifican sus últimas barras de energía en una lucha, encarnizada, que poco se aleja de las peleas en el patio del colegio. Es una batalla pérdida: hombros, tronco y espalda ganan con facilidad, aprovechándose del cansancio acumulado de sus contrarios, desgastados por horas de camino ininterrumpido. Frente a la victoria injusta, peronés, tibias y rótulas se plantan, hasta ahí se ha llegado. Sin ellos la institución no avanza, se para en seco. Los vencedores, que segundos antes se pavoneaban a carcajada y chulería limpia, reclaman entonces su derecho a continuar andando, tachando a los obreros de vagos y sinvergüenzas, entre otras y no variadas lindezas. Entonces, el peregrino cae rendido sobre una roca, mientras unas manos amigas recompensan el trabajo de los que realmente lo merecen con un poco de reflex, tranquilidad y un enorme bocata de chorizo.
14 comentarios:
En si toda una metáfora (¿Body battle? o ¿Life Battle?) Realmente una manera preciosa de describir una realidad( ¿o son dos?)
Un abrazo,
Pedro.
Jo que metafora más buena, lo del patio del colegio...la sensación de caer rendido...cuando los musculos te hablan y te dicen ¡YA!.
EL BOCATA DE CHORI...
besos.
Nena, impresionante. Yo que estoy acostumbrada a ver huesos y músculos desde el lado más práctico( y enfermo) del asunto, me he quedado de piedra al ver todo lo que se puede decir de ellos. Sólo por mantenernos erguidos.
Un diez, en serio :)
Al decir lo de peregrino me vino a la mente algo que me hizo releerlo con esa idea en la cabeza, y fue fantástico! Dos ópticas contemplaban una misma escena. la externa y la interna del peregrino en su caminar. El esfuerzo jacobeo en una brillante y original forma de describirlo. Chapeau!!
\=/ para el bocata :)
Un abrazo!!
¡me duele todo el cuerpo!
:P
Muy bien descrito. Me quedo con el bocata de chorizoooooooooo, mmmmm.
Saludines!
XD
No pretendía que lo que más llamara la atención fuera el bocadillo de chorizo precisamente...^^
Pos es lo mas rico cuando se tiene hambre....mnnnnn. ;P
P.D. Gracias por Apolo y Dafne. Besines.
Me ha gustado mucho. Esas dos visiones, de la misma realidad... Es cierto que dos personas pueden ver una misma cosa de desde dos puntos tan opuestos que ninguna de las dos tenga razón, y sólo una tercera, desde más cerca, pueda dar la solución correcta...
(Ahora que lo leo tampoco le veo yo mucho sentido a lo que he puesto, pero bueno...)
Que me ha gustado mucho.
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
jajajajaja
Está visto que no logré el objetivo...casi nadie lo pilla XD...
uuu...
yo creo que es una metáfora.
El cuerpo como un sistema. La cabeza, el tronco y los brazos, los superiores en una escala jerárquica que realmente no existe, o no debería exisitr...
Las piernas, pies y todos sus músculos, los obreros del sistema, trabajando sin descanso por mantener el sistema en producción: caminando.
Es lo que yo he entendido...
Buena metáfora, y palabras bien elegidas, eso sin duda.
Al menos nos lo terminarás explicando, no???
1bsito!!
Darka.
¿Pero lo que te dan no es la Compostelana? ;) mejor el bocata de chorizo, desde luego.
Lucha de clases, hay privilegios hasta en el cuerpo, porque ya me dirás tú que vistas ha de tener el páncreas, animalito.
Me gusta lo del mileurismo como metáfora corpórea. Recemos para que no se vaya ningún órgano al paro o nos monte una huelga, porque sino vamos listos.
Besossssssss
Admirable la manera de escribir que tienes y, si encima lo juntas con tu imaginación llega a salir un cóctel de riqueza desmesurable.
Muy bueno, Klover.
Besos!
Magnífico texto. Y no es peloteo. Me encanta la alegoría que representa este texto. Lo has expuesto de tal manera que cualquiera se pueda sentir identificado con él, pertenezca a la visión que pertenezca, y se emocione con él.
El único detalle (que es una chorradita), es esta frase: "Amortiguaban presiones y golpes, suavizando las durezas del camino, su esfuerzo traía progreso." Lo de "su esfuerzo traía progreso" me resulta como una conclusión de todo lo anterior, así que considero que es mejor señalizarla con un punto y coma. Pero es sólo un detallín^^
Sin más, te felicito por el relato de esta semana.
Se merece besos intercalados con aplausos,
Mun
otra de tus maravillas...
me deshago de envidia! :P
un besillo
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