jueves, 17 de marzo de 2011

St Patrick's


St Patrick's casi ha acabado, así que escribo con algo de brío para colar la entrada en día 17.


Mi segundo San Patricio en Sevilla ha sido "diferente" y mucho mejor que el anterior, sin duda alguna. Ha sido un día bien aprovechado, sobre todo mercantilmente hablando. Y es que llevaba un tiempo haciendo broches de fieltro especiales para la ocasión, con la intención de venderlos entre la gentecilla que celebrara el día en alguno de los tres pubs irlandeses de la ciudad. Y... ¡la experiencia ha sido todo un éxito! Tanto que al llegar al último pub ya casi no me quedaban broches, y bueno... se puede decir que han volado rápido; solo me queda uno, un trébol que me he quedado. El resto estarán ahora mismo paseándose en solapas varias mientras la buena música hace acto de presencia y los litros de cerveza corren, como debe ser...o al menos así es como me gusta imaginar la vida presente de mis brochecillos.

Grata experiencia y un muy buen dinerillo (59 euros nada más y nada menos) que van a ir íntegros a regalos y cañas. El próximo año... más y, espero que, mejor...

sábado, 12 de marzo de 2011

Danmark-Sverige



Llevamos de vuelta en España ya cerca de una semana y cuesta volver a autoimponerse el chip. Lo que hemos descubierto nos ha dejado claramente tocados; los países nórdicos (en nuestro caso Dinamarca y Suecia, sobre todo ésta última) nos han encandilado.

La crudeza del clima no ha sido impedimento y aunque sí es verdad que no nos hemos topado con mínimas exorbitantes, a principios de marzo el frío que nos hemos encontrado ha sido del todo soportable.

¿A destacar? Gente amable, correcta, honesta, hospitalaria… en contraposición a la simpaticona pero muchas veces falsa, interesada y hasta trapera gente del sur. Buen nivel de vida y posibilidades humanas dignas. Naturaleza, grandes espacios, tranquilas y coquetas ciudades. Buen gusto, estética impecable. Transporte eficiente. Precios no tan desorbitados como creíamos (sobre todo en Suecia, Dinamarca bastante más cara), y más aun en relación a los salarios.

Los países nórdicos también enganchan por los detalles: el uso masivo de la bicicleta, la variedad a nivel deportivo (hay vida más allá del fútbol) y de la posibilidad clara de practicarlos, la variedad de pan (suena a risa, pero se nota y agradece muchísimo el hecho de salirse del redil del pan blanco con formitas made in Spain), la calidez de las casas y su detallada iluminación (velitas y luces encendidas en cada rincón), más facilidad a la hora de seguir una dieta vegana, claro gusto por la cerveza (dejando aparte su tendencia al alcoholismo)...

Sin duda alguna, ha sido un viaje liberador. Un viaje que nos ha despertado por dentro y… ¿por qué no?: quizá, cuando se pueda, nos liemos la manta a la cabeza y huyamos de un país con un futuro atufante y dudoso.