domingo, 2 de diciembre de 2007

Garabatos



Las turbulencias presagiaban lo peor, sin embargo Billy no pareció percibirlas y, si lo hizo, no supo reconocerlas como tales; probablemente ni siquiera conociera su terrible significado. Ignoraba cualquier dato relativo a tiempo y espacio, más aún lo general y abstracto; el pequeño Billy solo entendía y disfrutaba del detalle, de lo concreto. Las cortinas azul marino, un bigote estrambótico, el descarado y alegre amarillo de una blusa, el periódico arrugado en una esquina, la voz dormida del revisor, un niño intentando escalar en el asiento, las vías del tren, la puerta que se abre, el olor a café. Solo fue al notar que su cuerpecito de alambre resbalaba y que sus pies descalzos se aproximaban peligrosamente al límite cuando decidió agarrarse a ambos lados del aparato, apretando con fuerza la media docena de dedos, nada funcionales, con los que contaba. Enseguida volvió a zambullirse en el mar de lo concreto…lo saboreaba, precisaba toda su atención.

La corriente de aire cesó y el peligro se deshizo, con la espontaneidad con la que había llegado. Pronto el avión volvió a sentirse cómodo apoyado sobre un viento suave pero firme, llevando de un rincón a otro del vagón a un pletórico Billy que sonreía sin perder detalle de lo que acontecía bajo sus pies. A pesar de lo insólito del acontecimiento, pocos pasajeros parecían reparar en su presencia. Solo Rebeca, una mujer menuda y aniñada, observaba el vaivén de su creación.

El baile sin pausa de masas de aire, frío y caliente, caliente y frío, permitían que el viaje del diminuto pasajero no tuviera fin aparente. El avión sobrevolaba peinados y calvicies, consiguiendo cabriolas y piruetas cada vez más enrevesadas. El pequeño Billy parecía tener una facilidad innata para controlar la nave de papel; enseguida aprendió que la dirección de éste dependía de la inclinación más o menos pronunciada que tomara su cuerpo.

Rebeca desvió la mirada del hombrecito unos segundos. Echó un vistazo a su alrededor, sus compañeros de viaje debían tener los ojos de cartón-piedra: Billy planeaba a sus anchas a pocos centímetros de cada uno de ellos, esquivaba sus cabezas, sus pertenencias. ¿Era posible que, como creación suya, solo pudiera verlo ella?

Arrancó una cuartilla, con cuidado de no rasgarla. Pliegue a pliegue y tras dos minutos de concentración consiguió un ejemplar que incluso superaba el anterior. Ingeniería y aerodinámica al servicio de un avión de papel. A continuación, volvió a sacar uno de los bolígrafos del estuche en forma de pato que, a pesar de las tres decenas de años que colgaban de su pasaporte, aún conservaba. A un círculo le siguieron varios trazos ágiles y unas cuantas líneas, tres puntos en el interior del círculo, una rayita ligeramente arqueada hacía arriba. El dibujo debía ser simple, igual que el de Billy. Le pintó una trenza ladeada y un peto vaquero en el que escribió con letra clara y mayúscula un simple REBECA.

-Ya estás lista, Rebeca. ¡Bienvenida! ¿Te apetece conocer a alguien?

Y Rebeca se levantó del papel de un brinco, observó a su alrededor y esbozó su primera sonrisa. Con suavidad, su creadora la colocó en el avión que acababa de construir y, con un enérgico empujón, comenzó su viaje.

12 comentarios:

Indi dijo...

Extraño y cautivador. Un rastro del Golem, que todos quisiéramos crear. Como las hormigas de la corbata amarilla que caminan sobre un hombre que camina: un avión de papel que vuela dentro de un vagón que se mueve.

Me gusta¡¡¡¡¡¡¡¡¡ precioso.

Besos

Pugliesino dijo...

Planeo a través de tu relato entre las turbulentas leyes físicas que con tu imaginación transformas en magia y del desapercibido instante en que la metamorfósis de la tinta se produce creas un cuento, la vida en garabatos.
Bellísima historia!!
Un abrazo enorme!

Indi dijo...

mmm...los patucos van a ser azules, porque con el genio que se gasta el señor Mateo Valdivia,no veo otra ;)))

Un bessssssssssssssso enorme.

Synn dijo...

¡me encantó!

Es realmente precioso, con unas metáforas geniales... y ¿qué te voy a decir? Me recordó tiempo atrás, cuando mi hermanito y yo hacíamos aviones de papel, y les poníamos nombres para luego inventar historias con ellos.

Genial!!

Jara dijo...

acabas de dibujar una sonrisilla. Me ha encantado.
1 beso

Darka Treake dijo...

Bonita historia de creación, Klover...

Feliz vuelo!!!

Darka!!

Pedro dijo...

Jajajjaja, encantador, me ha recordado (para bien) una pelicula que vi no hace mucho Miss Potter. Lo cierto es que con tres decadas o trescientas enviadio a quienes nunca pierden la capacidad de soñar despiertos :)

Un abrazo,


Pedro.

*¿Tiempo? ¿Eso qué es lo que es? XD

Anónimo dijo...

Menudo relato el tuyo nena. Desbordando imaginación por cada poro de tu piel.
Yo también jugaba mucho a crear aviones de papel y hacerles dueños del aire, sobre mi mano.
Una historia fantástica y con muy buen humor.
Besos.

Jan Lorenzo dijo...

Imaginación en detrás de cada letra. Pasión en cada cambio de parrafo. Y magia escondida en este relato. Me ha echo sonreír, gracias.

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Marisela dijo...

Que maravilla has escrito con palabras sencillas y encanto a raudales, que a casi todos nos ha traido recuerdos de un tiempo mejor para mi, no sé para los demás.
Tengo que volver a darte las gracias por la felicidad que casi siempre encuentro detrás de tus líneas.
Un saludo.

tormenta dijo...

Jo,qué encanto!
uno de esos relatos en los que tu imaginación hace de las suyas: delicioso :)
un besillo.
pd. llego tarde, pero llego ^^
pd.2 qué penita lo del puente... :(

Laura Luna dijo...

Juraría que dejé hace unos días un comentario, o tal vez lo hice en sueños. El caso es que me ha encantado, no sólo la ternura de la historia en sí, sino la imaginación que desborda, así como tu delicioso estilo de narración. Me has hecho venir ganas de hacer un avión de papel y sentirme de nuevo una niña :)
Besos que vuelan,
Mun